El cultivo de frutas tropicales se está asentando en la agricultura del sur como una alternativa a los cultivos tradicionales. Como ya pasó con el aguacate, el mango o la papaya, la pitaya, también conocida como la fruta del dragón, está tomando mucha fuerza, siendo su plantación cada vez más común, no solo en zonas de costa como la Axarquía malagueña, sino también en sitios de interior como Écija o Córdoba.

Es por ello que los técnicos de Fenorganic han visitado esta semana plantaciones de pitaya en su afán de seguir conociendo el potencial de los nuevos cultivos a los que hacer llegar sus productos.

A simple vista la pitaya no se asemeja a ninguna fruta común del mercado español, pues parece sacada de un cuento de hadas. Con su forma ovoide, piel gruesa de apariencia escamosa y un llamativo colorido frambuesa o amarillo, la pitaya llama la atención por su exotismo. Sin embargo,  las escamas de la corteza desarrollan grupos de espinas gruesas y duras que aumentan su belleza pero que dificultan la manipulación y deben ser retiradas antes de cosecharlas.

La pitaya se caracteriza por su refrescante sabor dulce natural que ayuda a hidratar el organismo y su efecto saciante pero sin llegar a ser pesada, ayudando al buen funcionamiento del tránsito intestinal. Sin olvidar sus propiedades saludables, es una gran fuente de antioxidantes naturales y contiene vitamina C.  Es rica en fibra y agua, con bajo contenido calórico, siendo fuente de hidratos de carbono, pero con un aporte energético muy moderado.

Una de sus mayores dificultades, pero que al mismo tiempo la convierten en un fruto de gran valor, es el proceso de polinización, que se debe hacer manual. Una tarea compleja puesto que la flor solo se abre una vez y en día de luna llena, entre las doce de la noche y las diez de la mañana.

A excepción de eso, se trata de muy buena opción para todos aquellos agricultores que buscan cultivos alternativos con poca exigencia productiva y gran rentabilidad ya que se trata de una fruta que se adapta muy bien a la sequía y que se puede plantar en cualquier época del año, lo que se suma a su fácil adecuación a cualquier tipo de suelo y su larga vida útil (20 o 30 años).

La pitaya es una planta originaria de zonas tropicales y subtropicales de América, donde fue descubierta por primera vez por los conquistadores españoles. Actualmente es un producto asentado en numerosos países del mundo que ofrecen climas cálidos y secos. Producida con éxito en Canarias, la pitaya ha llegado a Andalucía para quedarse, destacando su asentamiento en Huelva, Sevilla, Cádiz, Málaga, Almería, y, ahora también en Córdoba.